Para un contador de historias no hay mejor regalo que un trasfondo que enlace de manera significativa el final de una época con el principio de otra. Y, en más de un sentido, eso es lo que hace precisamente “Soy mi sueño”, uno de los cómics españoles más injustamente olvidados de este siglo que, merced al controvertido final de Ediciones de Ponent, es muy posible que lo siga siendo durante un periodo prolongado a menos que alguien con mucho cariño y mucha paciencia lo evite.
“Soy mi sueño” utiliza como referencia para su protagonista absoluto, el comandante Ercih Hafner, a una serie de miembros destacados de la Luftwaffe alemana, pero, principalmente, a Erich Hartmann, considerado como el mejor piloto de caza de la historia, con 1400 misiones de combate y un total de 352 aviones enemigos derribados. Felipe Hernández Cava y Pablo Auladell toman una serie de elementos biográficos reales como punto de partida para desarrollar un periplo histórico, pero, sobre todo, un viaje vital e introspectivo.
Hernández Cava consigue esculpir un retrato biográfico inusualmente tridimensional que transmite buen gusto y sutileza las contradicciones de quien encuentra el éxito esquivando su muerte y forzando la de otros. El guionista aprovecha de manera la metamorfosis radical del combate aéreo entre la Primera Guerra Mundial, con sus idealistas caballeros del aire como último recurso del honor bélico, y el despegue de la aviación como recurso militar decisivo. Sin ser su principal objetivo, el autor logra una contextualización notable que va más allá, por ejemplo, de lo que George Pratt apuntó con su “As Enemigo: amor por la guerra” (ECC). Y ese salto cualitativo no se entiende sino por el trabajo gráfico de un Pablo Auladell que lleva a otro nivel las brumas de ensoñación y el particular estado cercano al trance que se atribuía a los pilotos de combate a los mandos de un monoplaza en una época en la que la tecnología todavía no había marcado una distancia tan grande con la pericia humana. Auladell es un autor al que es difícil encontrar una mancha a lo largo de sus diversos y diferentes proyectos, y lo cierto es que en “Soy mi sueño”, casi una década antes de recibir el Premio Nacional de Cómic por “El paraíso perdido” (Sexto Piso, 2015) ya mostraba credenciales más que evidentes de ser un autor de enorme valía. No es descabellado afirmar que “Soy mi sueño” habría sido muy diferente o, directamente, no abría sido posible con alguien que no fuese el dibujante alicantino. Su estilo de marcado onirismo y su capacidad para materializar en dibujo el subconsciente del personaje protagonista, unido a la pericia con la que permite atisbar lo ominoso de la guerra y cómo esta afecta al ser humano así lo demuestran.
“Soy mi sueño” trasciende el género bélico o el periplo personal y, haciendo uso de una terrible belleza, se convierte en una obra que invita a poner en perspectiva la propia existencia y acompaña en esas reflexiones.
Alex Serrano