Agustín Ferrer Casas (Pamplona, 1971), se ha convertido por derecho propio en una de las voces más personales de nuestra actual historieta. Amante de la línea clara, ha curtido su estilo en miles de batallas en concursos de cómic durante más de 20 años alcanzado la treintena de galardones en diferentes categorías, desde 1993 a 2011. A partir de este año, se entrega por completo a su pasión, la historieta, publicando diversos títulos entre los que destacamos: Cazador de sonrisas, Arde Cuba, Las apasionantes lecturas del Sr. Smith y Cartas desde Argel.
Conversamos largo y tendido con él sobre su último trabajo, MIES (Grafito Editorial, 2019), una biografía novelada sobre el arquitecto alemán Mies van der Rohe, galardonada con el IX Premios del Cómic Aragonés en el XVIII Salón del Cómic de Zaragoza (2019) y el premio al mejor álbum nacional en los Premios Splash Festival de Cómics de Comunitat Valenciana (2020) compartido ex aequo con Laura Pérez.
1: ¿Cuál es la génesis de un proyecto tan ambicioso como Mies? ¿Qué te decide llevar su vida a la historieta?
Habiendo terminado mi primer tebeo largo, “Cazador de Sonrisas” y publicado con Grafito Editorial, colaboré momentáneamente con Fernando Llor en la ilustración de un cómic hasta tener una cuarta parte de él terminado. Como este proyecto común no arrancaba editorialmente, me decanté por lo que mejor sé hacer: ir a mi aire. Por eso decidí rendir cuentas con la arquitectura, con la que tenía una espinita clavada, una especie de deuda pendiente.
Me rondaba por la cabeza llevar a las páginas de una novela gráfica –o tebeo gordo, como diría mi querido Luis Alberto de Cuenca- la vida de Mies van der Rohe, el mejor arquitecto alemán de la historia y uno de los padres del Movimiento Moderno de la Arquitectura. No pensé en ningún otro posible candidato. Y eso que Le Corbusier o Frank Lloyd Wrigth podían dar mucho que hablar. No. Mies era el personaje ideal, o por lo menos eso era lo que tenía en mente sobre su persona –no ya sobre su obra.
Y como no sabía si todo lo que había oído sobre él coincidía con lo que yo creía saber, empecé a indagar en las redes, buscando artículos y escritos sobre el arquitecto. Cuando di con EL ARTICULO se me abrieron las puertas del cielo –un asceta diría que se me abrieron los chakras- al descubrir que alguien compartía las mismas opiniones por su obra y, fundamental, sobre su carrera vital. Partiendo de ese artículo, aparecido en 2014 en El País Semanal y escrito por la periodista e historiadora del arte Anatxu Zabalbeascoa, ya tenía una base sobre la que asentar una historia. Sólo había que hilarla en base a profundizar en la vida de Mies a través de las biografías escritas sobre él.
2: ¿Por qué consideras relevante su obra? ¿Qué lo hace un arquitecto único?
Mies van der Rohe es un referente de la Arquitectura del siglo XX. Su estilo es único, basado en la depuración máxima de los detalles, siguiendo su famosa máxima “Menos es más”. De hecho, la estética de sus edificios se basa en otorgar a los materiales empleados, generalmente materiales nobles, esa función, sin elementos superfluos ni aditamentos.
Y esa depuración en el diseño nació a partir de las Vanguardias artísticas surgidas tras la Primera Guerra Mundial. Teniendo en cuenta la ruptura con todo el arte anterior y siguiendo estilos como los que El Lissitzky, Theo van Doesburg e incluso Mondrian en la pintura, Mies apostó por llevar a sus nuevos proyectos de los años veinte esas novedosas geometrías, combinándolas con la fluidez y funcionalidad de sus espacios. Y esto lo vemos, aquí mismo, en la reconstrucción que se hizo del Pabellón de Alemania para la Exposición Universal de Barcelona de 1929 diseñado por él junto a su socia Llily Reich.
Todos esos proyectos, muchos sólo en papel, desembocaron después en otros tantos que sí pudieron llegar a construirse en su etapa norteamericana, de manera más realista y con los medios disponibles para la época. El mérito de Mies es que no sólo se copió a sí mismo, mejorándose en sus sucesivos proyectos, como en el rascacielos Seagram de Nueva York. Es que sentó las bases de la arquitectura moderna actual y fue imitado hasta la saciedad.
3: Cómo arquitecto, ¿hasta qué punto te sientes identificado o influenciado por su obra?
¡¡¡Jajjajajaja!!! Siento defraudarte, pero yo abandoné la carrera de arquitectura cuando tenía que pasar a 5º curso y acabé como aparejador –bueno, arquitecto técnico- por tener un título con el que empezar a trabajar.
Al margen de esta puntualización, entiendo la pregunta por todos los años que pasé en la Escuela de Arquitectura. Realmente me gusta su estilo por lo limpio y ordenado que es. Todo cuadra en sus proyectos, sin dejar de ser flexibles en el tiempo, admitiendo cierta variedad en su distribución por un cambio de uso. Y esto podría extrapolarse al diseño de un tebeo y su estructura en página. Yo no suelo usar viñetas no ortogonales y suelo guiarme –o lo intento- por esquemas y proporciones áureas. Todo muy ordenado, en definitiva, sin acrobacias, inventos ni estridencias. Muy Miesiano.
4: ¿La historieta puede recoger mejor que otras artes la belleza de su arquitectura?
Lo más cercano que consigue ese “captar” la belleza de la arquitectura es la fotografía –bien entendida desde el punto de vista arquitectónico, que aquí también hay muchas formas, variantes y, sobre todo, sensibilidades artísticas del fotógrafo- y en menor medida –digo lo de menor medida por lo el dinamismo de la imagen- el cine.
En un tebeo –y voy a hablar de lo que sé, de lo que hasta ahora yo he hecho- esta arquitectura debe formar parte de la trama, no ser la trama, porque entonces sería un catálogo de arquitectura. Con la figura humana y el desarrollo de su historia, la arquitectura pasa a ser el escenario de ese pequeño teatrillo que al final es un tebeo. Y eso le da sentido a esos fondos. Los dota de vida. Y creo que eso contribuye a que transmitan esa belleza.
5: ¿Alguna biografía o autobiografía en formato cómic te ha inspirado?
Si digo que no, ¿sonaré pretencioso?
Realmente tengo en el recuerdo la lectura de “Dublinés” de Zapico y una reflexión en la forma de contar la historia en “Los surcos del azar” de Roca. Pero, como llevo diciendo desde hace un tiempo, si antes tenía en un podio a Moebius y Bilal, a Prado y Das Pastoras, y los consultaba como ejemplos a seguir, he llegado a un momento en el que creo tener mi propio estilo y no busco ese “cómo lo ha hecho tal o cual autor”. Puedo decir que ya tengo suficientes plumas en las alas –y no unidas con cera. Así que la respuesta es que no me he inspirado en otros trabajos.
6: En una obra de este calado la documentación, lógicamente, es clave. ¿Hasta qué punto ha sido arduo su proceso? ¿De qué materiales te has valido?
Arduo creo que no. Lo siguiente, ¡¡¡jajjajajjaja!!!
Como buen autor creo que he hecho acopio de paciencia y he tenido que ir recabando bastante literatura en soporte físico –no es que desconfíe de lo que se puede llegar a conseguir a través de las redes, que en parte sí desconfío- hasta hacerme con una mini biblioteca relacionada con Mies y lo que lo rodeaba. Muchos libros de los que hablo recogían obra, que era bastante interesante a la hora de reflejarla en el tebeo. Pero unos pocos profundizaban en lo que yo buscaba, el aspecto biográfico del arquitecto. En su vida, paralela e inseparable a su obra. Y las dos mejores, una biografía crítica y una obra analítica, fueron las que me dieron todas las claves necesarias para confeccionar la historia y “armar el arbolito”.
7: Como autor integral, ¿realizas un guion técnico detallado o partes directamente del storyboard al que añades el texto?
Reconozco que mi método es totalmente anárquico y seguramente hará subirse por las paredes a cualquier guionista que se precie de serlo. Yo veo los guiones de otros, tan ordenados, descriptivos y justificados al centro de la página y siento envidia y pereza a la vez.
Yo parto de haber trabajado relatos cortos de no más de seis páginas. Creo que esto fue un buen entrenamiento durante un buen número de años, ya que esto suponía un mero entretenimiento para mí y me daba buenos resultados en los concursos en los que participaba. Después di el salto a la historia larga. Pero, ¿cómo me planteo ese nuevo reto? A partir de una idea que va montándose en la cabeza y a la que voy añadiendo piezas según voy avanzando en el trabajo. Y digo trabajo cuando me refiero a páginas acabadas. Es decir, como mucho, y si tengo absoluta necesidad, escribo una sinopsis detallada con la que puedo decidir qué número aproximado de páginas va a tener la historia. Todo ello pensando en escenas.
Después voy escribiendo por completo esas escenas según voy avanzando en el desarrollo de la historia, como si se tratase de un rodaje cinematográfico. Dos, cuatro, seis páginas… Hasta la siguiente escena en el que el proceso es idéntico. Podría decirse que lo que hago es volver a mis orígenes de contar pequeñas historias, de pocas páginas, hiladas todas por el nexo común que conforma el relato completo que tengo en mi cabeza.
Realmente este es un método que volvería loco a cualquier editor al no tener control sobre la obra hasta el final. Por eso debe confiar en el autor y su intuición. Se trata de un método de trabajo demencial, lo reconozco, porque carezco de método al uso, sin reglas, convenciones o academicismos. Pero hasta ahora me ha funcionado con mis obras más personales, “Cazador de sonrisas”, “Cartas desde Argel” y “MIES”.
8: Tus diálogos son frescos, naturales, pero al mismo tiempo tienen una gran capacidad narrativa. ¿Cómo has logrado que la “historia” real detrás de Mies no suponga un lastre para la psicología de tus personajes?
Yo parto de la base de que quiero contar la historia de una persona y su entorno. Esa vida que cuento después dio como resultado su obra arquitectónica, que en el tebeo aparece siempre como fondo. Esos fondos no son los protagonistas. Son su apoyo.
Después siempre digo en este caso, tratando una historia real, que yo no estaba allí. Digamos que cuento lo que sucedió por lo que he oído –en este caso leído en sus biografías-, pensando en cómo pudo desarrollarse cada momento, cada conversación, cada discusión e, incluso, cada silencio.
Me gusta eso que comentas de que los diálogos son frescos, naturales, porque es algo que destaca mucha gente. No sé explicar el motivo. Tal vez es que me niego cualquier tipo de floritura o petulancia. Nunca me he tomado en serio y considero que lo que escribo es lo que a mí me gustaría vivir, si fuese el protagonista de esa historia. Pongo como ejemplo una escena que me gustó mucho desarrollar en el libro, aquella en la que Mies conoce en una fiesta de Fin de Año a la que creo que fue amor de su vida, Lora Marx. ¡Coño, a mí me hubiese gustado ese juego de seducción que ficciono en dos páginas! ¿Fue realmente así? Lo dudo porque Mies aún no sabía un pimiento de inglés, pero…
9: Tu dibujo ofrece un estilo realista y detallado conjugado con una narrativa ágil. ¿Consideras que tu estilo es una forma revitalizada de línea clara?
Hubiese querido definir mi estilo como línea clara, pero el uso de acuarelas en el proceso, con su aleatoriedad en el color, le dan un aspecto de todo menos claro, ¡¡¡jajjajajaja!!!
Con mi estilo no sabría en qué nicho encuadrarme. Es tan propio –y me han dicho que reconocible- que no lo sé. Tampoco estoy aquí como un renovador, no considero que así sea. Más que nada porque sigo considerándome un recién llegado al mundo profesional del tebeo y no me tomo en serio –creo que lo llaman síndrome del impostor.
10: ¿De qué escena te sientes más satisfecho? Y por el contrario, ¿cuál resultó la más ardua?
La verdad es que el libro suponía cierto reto en cuanto a la representación de “la memoria” en dos niveles. La historia parte como tantas otras, de la evocación de recuerdos a través de una conversación. Y así como unas imágenes las he plasmado como una remembranza nítida, con una estricta distribución de las mismas en viñetas convencionales, en otros momentos retorcí un poco más la representación.
Cuando la memoria pasaba a ser más difusa los recuerdos se plantean como páginas dobles con imágenes mezcladas con bocadillos y algunas viñetas sueltas como elementos divisorios. Estas páginas resultaron las más complejas.
Pero a la hora de contar la historia, lo más difícil me resultaron los momentos en los que la acción se desarrolla dentro del avión rumbo a Berlín. Son escenas que se desarrollan en un espacio muy acotado, que puede resultar muy poco dinámico visualmente hablando. Pero eran momentos necesarios en la narración a la hora de separar escenas y mostrar “esas caras” que definen al protagonista en su madurez.
Y la mejor escena, para mí, es la que antes he comentado del primer encuentro de Mies con Lora Marx, porque constituye un verdadero juego de seducción.
11: Planteas un Mies lleno de contrastes y altibajos emocionales, lejos de un retrato idealizado. ¿Por qué considerabas primordial acercarte más al Mies humano antes que a la figura histórica?
Tal vez porque nos dé cierto pudor e incomodidad escarbar en la vida privada de alguien considerado un genio. Pero Mies, al fin y al cabo como otros artistas, también era una persona, con sus virtudes y defectos. Aquí he humanizado al personaje, dotándolo de acciones nobles, pero también mostrando sus ambiciones, dudas y miedos. Todo ello, supongo, moldeado por los duros momentos que le tocó vivir en primera persona: la Gran Guerra de 1914 y la posterior derrota que llevó a una crisis económica brutal a la Alemania de los años 20; la aparición del nazismo y su ascenso al poder; y la Segunda Guerra Mundial –aunque “soportada” ya en suelo norteamericano. Todo ese proceso vital definiría una búsqueda de valores propios, de independencia, que es lo que retrata a Mies. Como ese “Menos es más” filosófico que preconizaba. Y ese Mies es el que a mí me interesaba mostrar. Alguien frío, refinado, elegante y misterioso, como lo define el historiador y arquitecto Jean-Louis Cohen.
12: En este sentido, resulta llamativo como en la obra hay un contraste entre lo que Mies le cuenta a su nieto y la verdad de ciertos episodios. ¿Te resultó complicado conciliar ambos extremos?
Es lo que contaba antes a nivel gráfico. Los recuerdos difusos se plasman en el tebeo mediante imágenes combinadas a doble página, mientras que aquellos sucesos que Mies conserva más vivamente, por considerarlos más fundamentales, están ordenados y delimitados por un fondo oscuro en las calles de las viñetas.
Esos episodios quise hacerlos como una suerte de remordimiento tardío, aunque en esencia debían suceder de esa manera para llegar a esa meta final que Mies ambicionaba alcanzar en su vida, que era construir. A toda costa. Cayese quien cayese.
13: ¿Consideras Mies tu mejor obra hasta el momento? ¿Qué la diferencia de otras de tus creaciones?
Hasta el momento sí. Espero que lo que a partir de ahora no sea el declive. Lo que me ha hecho considerar si es o no un buen momento para una retirada, pensando en que los mejores huevos ya los he puesto. Aunque tampoco sé hacer otra cosa más o menos bien y me aburriría sin hacer nada.
La única diferencia con otras obras más personales podría considerarse el tiempo y dedicación empleados en su elaboración. Así como “Arde Cuba” partió de un encardo editorial, el resto han sido de cosecha propia y en todos ellos los editores corrían un riesgo al publicarlos.
Quizá Mies ha supuesto mejorar gráficamente y me ha dado a conocer, no sólo dentro del ámbito del mundo del tebeo, sino a nivel docente, académico y arquitectónico, dentro y fuera de este país.
14: ¿La repercusión de la obra ha sido la que esperabas?
Reconozco que el tirón del libro se debe al nombre de Mies. Eso es indudable. Sabía que el tebeo tendría su público y funcionaría. Y que en Alemania tendría su mercado, de eso no tenía duda. Pero no me esperaba que fuese de este modo y con tanta fuerza. El boca en boca dentro del ámbito de la arquitectura ha tenido mucha importancia y el salir en numerosas reseñas fuera del mundo tebeo ha sido sorprendente. ¡Demonios, que haya aparecido hasta en Japón o que el Instituto Cervantes de Bucarest organizase una exposición relativa al libro son cosas que uno, que trabaja desde su casa sólo, en una habitación de 9m2, no se espera!
15: ¿Cuáles son tus proyectos de futuro?
Morirme.
Pero a corto plazo tengo un proyecto entre manos con Grafito Editorial para que ilustre una historia con Josep Busquet como guionista. Estoy en un momento en el que me resulta imposible centrarme para crear un tebeo cien por cien de factura propia, así que lo daré todo para llevar a papel este guión.
En cuanto a proyectos totalmente propios, tengo un par de ideas pero requieren que pase el tiempo por muchas razones.
Y hasta aquí llegó la riada.
Una entrevista de Javier Mora.