Isabel Alba Rico (Madrid, 1959), nuestra flamante ganadora del III Premio ARGH de Guion, es una artista polifacética y total: escritora («Baby spot»; «La verdadera historia de Matías Bran. Libro 1: el recinto Weiser»; «65 % agua»; «La danza del sol y la ventana»), fotógrafa, guionista de cine, radio y televisión («La bola de cristal» o «Barrio Sésamo»), directora (destacamos su documental «Será feminista o no será»), ensayista («Detrás de la cámara» y «Detrás de la cámara: cómo narrar en imágenes. Del guion a la película») y docente en el campo audiovisual. Experiencia, compromiso y buen hacer que se traduce en “Coral y Edurne” la que será su nueva incursión en la historieta. Desde ARGH queremos conocer más a una autora que nos ha maravillado con la calidad y el humanismo palpitante de su renovadora propuesta.
¿Quién es Isabel Alba Rico? Cuéntanos un poco de tu trayectoria como escritora/ guionista/ fotógrafa.
Soy una persona inquieta. Observadora y curiosa en extremo. Obsesionada con contar todo lo que ve a su alrededor. Me apasiona experimentar y me interesa sobremanera lo desconocido, y lo nuevo. He compaginado, y compagino, muy diversas manifestaciones artísticas. He trabajado durante muchos años como guionista audiovisual en programas y series, también he hecho bastante animación. Como escritora, tengo cinco novelas publicadas, la última este mismo año 2022. Me apasiona, además, la fotografía, el dibujo, el collage… En mi trayectoria la imagen y la palabra han ido de la mano, he necesitado recurrir a ambas -ya sea juntas o por separado, dependiendo de lo que quisiera mostrar y/o narrar- para sentirme plena a nivel creativo.
¿Por qué escribes? ¿Cuándo nace en ti esa necesidad?
He escrito desde niña. Mi primera vocación fue pintar, pero enseguida comencé a escribir. Empecé a trabajar como guionista siendo muy, muy joven. También muy joven publiqué mi primer cuento, aunque la primera novela no apareció hasta el año 2001. Lo que me lleva a escribir es la necesidad de fijar, para que no se pierda, todo aquello que despierta mi interés. Algo o alguien pasa a mi lado y pienso: «Si no lo cuento, desaparecerá para siempre». Escribir, para mí, tiene que ver con la memoria. Pero no solo con la individual, sino con la colectiva.
¿Qué diferencias encuentras entre tu vocación como escritora y tu vocación como guionista? ¿Qué prefieres? ¿Responde a una necesidad del momento?
Mi relación con el guión audiovisual ha sido sobre todo profesional. La mayoría de mis guiones fueron encargos. Ser guionista era mi profesión y, por lo tanto, mi medio de subsistencia. La literatura, en cambio, responde a una necesidad personal. Ha sido el medio en que me he expresado más libremente. Sin embargo, creo que cada historia requiere de un medio diferente, propio, el único en el que puede ser contada. No es una elección que una hace por capricho. La trae la historia consigo. Hay cosas que solo puedes contar con palabras, otras con imágenes en movimiento. Algunas combinando imágenes y palabras. También las hay tan fugaces que requieren, para fijarlas, de una cámara fotográfica. Cuando tienes un relato entre manos sabes a qué medio tienes que recurrir. Coral y Edurne no podía ser una novela, porque era una historieta.
¿Cuáles son tus principales referentes como artista? ¿Qué obras literarias o audiovisuales te marcan?
Me gusta pensar que los referentes van cambiando. Que obedecen, en cada momento, a nuestro estar en el mundo y también a la época, el tiempo colectivo que nos toca vivir. Por supuesto que a lo largo de la vida vas acumulando un bagaje cultural, como un poso, constituido por lo visto y leído, que te conforma, genera una corriente, una dirección, que se trasluce luego en todo lo que haces. Si ahora tuviera que nombrar un referente en la literatura actual sería Ali Smith, y en la historieta Zerocalcare. En el campo audiovisual me interesan muchísimo las series, y cómo han ido evolucionando a lo largo de los años. Una que ha llamado mi atención últimamente es Irma Vep. Me gustan las narraciones, ya sean películas, series, novelas o cómics, que me llevan a hacerme preguntas, a replantearme cosas, a descubrir nuevas perspectivas.
También has cultivado la docencia en distintos cursos y talleres de guion. ¿Qué supone para ti la enseñanza de escritura de guiones?
Empecé a dar clases por casualidad, era algo que nunca me había planteado, y fue una suerte, porque descubrí una verdadera vocación. Me apasiona comunicar lo que sé a otras personas, apoyarlas en sus procesos creativos. El conocimiento está para compartirlo, si no lo haces, se queda en nada. No hay cosa más placentera que trasladar a los demás lo que sabes. Me encanta la docencia. Mi experiencia en este ámbito la he reunido en dos ensayos. El segundo, muy completo, tiene como objetivo facilitar el proceso de creación y producción audiovisual a quienes quieran introducirse en él.
¿Has realizado antes guiones de historieta?
Sí. Tengo un cómic terminado. Aún no se ha publicado. Se titula «Frontal», el guion es mío y los dibujos de Marta Gómez-Pintado. Ha sido una muy buena primera experiencia.
¿Qué te anima a participar en el concurso?
La verdad es que no me lo tuve que pensar mucho. Tenía un proyecto entre manos y era una oportunidad para darle impulso y, sobre todo, para llevarlo adelante contando con el seguimiento de alguien con experiencia, como es Miguel Ángel Giner, lo que puede resultar muy enriquecedor. Además, era una ocasión para entrar en contacto con guionistas y dibujantes. E incluso editoriales.
Hablamos de Coral y Edurne. ¿Cómo nace la idea? ¿Surge de una necesidad catártica?
En realidad fue un proceso lento. Subterráneo. A finales de 2020 dos noticias aparecidas en prensa, ambas relacionadas con las difíciles situaciones que habían vivido durante el confinamiento las personas migrantes residentes en España, llamaron mi atención. A partir de ahí, durante todo el 2021, incluso mientras escribía mi última novela, la idea fue tomando forma y madurando poco a poco en mi cabeza -sin apenas ser yo consciente de ello- hasta que me decidí a ponerla por escrito. En mi trayectoria literaria ha sido una prioridad dejar testimonio de las historias individuales, a menudo invisibles, que son, al final, las que mueven la historia con mayúsculas. Aquí había una de esas historias que contar -era de justicia- : personas fundamentales para la supervivencia de todos, en muchos casos migrantes, y en su mayoría mujeres, con una situación tremendamente precaria, que durante el confinamiento se pusieron en riesgo para cubrir trabajos esenciales que pasaron desapercibidos para la sociedad.
¿Por qué teniendo tanta experiencia en otros medios decides que el mejor para abordarlo es la historieta?
Como ya he comentado antes, el medio no es indiferente. Tiene relación con lo que quieres contar. Cada historia pide el suyo propio. La historieta ha evolucionado de forma mucho más abierta, y libre, que la literatura o el audiovisual, tanto en temáticas como en lo formal. Coral y Edurne me pedía ese juego sutil entre lo que se dice y lo que se ve, que abre un abanico amplísimo de posibilidades y que solo he encontrado en el cómic.
Háblanos de tus personajes. ¿Qué crees que los puede hacer únicos?
Precisamente lo que tienen en común con la mayoría: sus miedos, sus contradicciones, su egoísmo o su generosidad dependiendo de las circunstancias, también sus alegrías y esperanzas. Toda esa amalgama de sentimientos y emociones que nos hacen al mismo tiempo tan diferentes y tan iguales, y que se desencadenan en su máxima intensidad en los momentos más críticos. Es importante visibilizar que no somos individualidades aisladas sino mayoría y que la lucha por una vida digna para todo el mundo debe ser colectiva.
¿Cuáles son los temas principales que destacarías en el desarrollo de la obra?
Principalmente la precariedad, en especial en relación con los cuidados, que si ya se daba antes, se ha agravado con la pandemia, y que afecta sobre todo a mujeres, en su mayor parte migrantes. La epidemia de Covid ha dejado a la vista las entrañas del sistema. Además, al ser el de los cuidados un ámbito feminizado puedo profundizar en las relaciones de poder entre mujeres desde una perspectiva feminista.
¿La pandemia ha hecho más evidente la diferencia entre clases sociales?
Por supuesto, ha evidenciado las diferencias de clase, las de género, las raciales. La pandemia ha mostrado lo que había. Lo ha sacado a la luz. Y lo ha agudizado, en lugar de aprovecharlo para mejorar las condiciones de vida y el bienestar de las personas, sobre todo de las más vulnerables. Se han recortado los servicios públicos más básicos e imprescindibles, como es el caso de la sanidad. Colectivamente se ha perdido una oportunidad de construir una sociedad mejor. Hay que luchar por recuperarla. Y ahí la cultura tiene un papel esencial.
¿Podríamos definir tu obra como cómic social y de denuncia u obra costumbrista?
Sin duda es un cómic social. Pero me gustaría no solo denunciar, visibilizándolas, determinadas situaciones de injusticia, también -sé que es ambicioso- mover a las personas, a través de su lectura, a cambiar la realidad.
¿Con qué estilo de dibujo visualizas la historieta? ¿Tienes algún dibujante en mente?
No. Aún no he pensado en quién podría dibujarlo. Sí en el concepto, más que en un estilo determinado. Quiero dar prioridad a los estados anímicos de las protagonistas, pero no con palabras, ni siquiera a través de sus expresiones, sino plasmándolos en lo que las rodea: las calles, el lugar de trabajo, el hogar. El encuadre, el ángulo, la luz, el color, han de tener para ello especial protagonismo.
¿Qué crees que te aportará el premio?
Sobre todo motivación -me ha reafirmado en la idea de que la historia tiene interés, merece ser contada- y mucha ilusión por llevarla adelante. Además, como ya he mencionado, contar con la experiencia de Miguel Ángel Giner, y la ocasión para entrar en contacto con dibujantes y editoriales.
¿Cuáles son tus planes de futuro inmediatos?
Poner punto final a una novela que tengo casi terminada y este proyecto que es ahora mismo prioritario para mí.
Una entrevista de Javier Mora.