Fernando Llor (Vigo, 1982) guionista y docente de guion, ha irrumpido en nuestra historieta como un torbellino creativo de máxima magnitud. No es un halago a la ligera. Desde sus inicios en 2014, su producción ha ido in crescendo con un amplio abanico de obras que destilan su amor incondicional por la cultura del tebeo: históricas, El espíritu del Escorpión (premio al mejor guionista en la Heroes Con de Valencia de 2019), La pieza o Los últimos de Filipinas; costumbristas, Ojos grises; intriga, La confesión; terror, El último día; aventuras, Nyx, los sueños de la Diosa o Teluria, 108. A todas ellas hemos de sumar su manos sabias detrás de historietas grupales como Sangre en el suelo o Las catacumbas de Salem. Un autor polifacético y de talento inagotable, enamorado de las letras y de su profesión. No en vano fue el principal impulsor del blog Escribiendo cómics, santo y seña del gremio.
Ahora ingresa en el universo 1936 de Carmona en Viñetas con 1936: sin novedad en el Alcázar, una profunda reflexión antibélica en torno a uno de los episodios más polémicos de nuestra tristemente célebre Guerra Civil.
1: ¿Cuándo nace la posibilidad de crear 1936: sin novedad en el Alcázar?
Pues fue hacia finales de 2018. Rafael Jiménez puso algún anuncio por facebook buscando gente dispuesta a sumarse a la colección del Universo 36 y enseguida puse un comentario para sumarme. No es que fuese el mayor seguidor de la saga ni mucho menos, pero siento un hondo respeto por la labor que realizan desde Carmona en Viñetas y creí que lo mejor que podía hacer para contribuir a la causa era aportar trabajo haciendo un tebeo.
No sé, puede que sea un poco idealista o fantasioso, pero cuando se me presenta la posibilidad de colaborar con alguien que hace un buen trabajo por el mundo de las viñetas, prefiero aportar haciendo algo real, algo tangible, que con veinte mil estados en redes sociales.
2: ¿Por qué eliges este episodio en concreto? ¿Qué te atrae del mismo?
No lo escogí yo. De hecho si hubiese podido elegir jamás habría escogido el Alcázar jajajajaja. Rafael es quien dirige la colección y suele tratar de repartir el trabajo en función de los dibujantes y, en este caso, tenía ya dispuesto a Raúl Orte que es de Toledo. Me comentó la jugada, refunfuñé medio minuto y le dije que sí.
3: ¿Hasta qué punto has tenido dificultades para la documentación del mismo?
Ninguna, la verdad. El asedio del Alcázar está perfectamente documentado. Si bien es cierto que toda esa pátina de heroísmo se desprende por todas partes en la documentación y es preferible estudiarla sabiendo quien escogió los pasajes concretos que se convirtieron en históricos y cuáles han preferido obviarse o calificarse como irrelevantes.
4: ¿Crees que el hecho histórico real fue magnificado por el franquismo?
El Alcázar fue uno de los grandes símbolos de las gloriosas hazañas del franquismo y así se le consideró durante años y años. De hecho, Franco era consciente de la importancia de contar con un episodio de resistencia y defensa de todo lo que significaba ser un buen español para alentar a los suyos.
En estos tiempos en los que se habla constantemente de la importancia del relato en las discusiones políticas, el Alcázar fue exactamente eso, no era tan importante lo que sucedió como el tener la posibilidad de contar una y otra vez lo que pasó y cómo pasó hasta convertirlo casi en una leyenda.
Franco no era Goebbels, pero sí que practicó durante la guerra y la posguerra muy buenas campañas de propaganda y el Alcázar le proporcionó una materia prima inmejorable para hablar de héroes y también de villanos terribles.
5: ¿Qué te lleva a relacionar este episodio con el asesinato de Carrero Blanco?
Pues jugar de nuevo con el relato de los hechos históricos y también he de reconocer que sacarme la espina que tenía clavada por tener que hacer este episodio en concreto de la Guerra. Me apetecía liberarme un poco de tanta alabanza del franquismo y golpear por otro lado.
Pero vaya, que al final es poco más que un divertimento, con algo de simbolismo, pero divertimento al fin y al cabo.
6: ¿Vuestra obra ha despertado algún tipo de polémica?
Pues sí, pero tampoco tuvo mayor importancia. Mientras realizábamos la campaña de crowdfunding salieron un par de individuos muy molestos a decir que cómo se nos ocurría hablar del episodio del Alcázar, que eso suponía una exaltación del franquismo.
Sinceramente, esto no es nuevo, es horrible, pero lleva pasando en el mundo del cómic desde que tuve el primer contacto con él. Existe una tendencia horrible a hablar de obras sin haberlas leído. Cuando le dieron el premio nacional a Pablo Auladell, muchísima gente salió a criticar sin leer, cuando se lo dieron a Ana Penyas, ya no es que criticasen, es que además los comentarios oscilaban entre machistas y vomitivos.
Todo esto responde, a mi entender, a que en el mundo del cómic hay un sector en el que impera una total y absoluta falta de respeto por el arte mismo y por el enorme sacrificio que realizamos los autores por el simple hecho de realizar una obra que sabemos que económicamente jamás será rentable.
Preocupa que el fandom pueda instalarse en estas posiciones, pero preocupa mucho más que esas voces críticas capaces de soltar por la boca comentarios despreciativos de todo tipo vengan de otros autores o supuestos divulgadores.
7: ¿Es tu primera incursión en el mundo superheroico? ¿Qué impresión te merece este género?
Pues fíjate, entre 2015 y 2016 estuve muy metido en un proyecto de superhéroes que nunca vio la luz pero que llegamos incluso a firmar un contrato que se quedó en nada tras el cierre de la editorial.
En aquella ocasión estaba entusiasmado con la idea de poder manejar a mis propios personajes con poderes y encima los había metido en un mundo que me parecía fascinante y que partía de diferentes teorías psicológicas que empleo para hacer creación de personajes.
Además yo empecé a leer cómic por las mallas y los pijamas y creo que todos los que venimos de ahí tenemos una ilusión más grande o más pequeña por meternos en algo de ese tipo.
Sin embargo creo que lo que ocurrió con aquel proyecto me mató mucho las ganas en lo referente al género superheroico, además de que creo que en España no solo es imposible hacerse algo del género que funcione en condiciones, es que pasas a competir con aquello que llena los estantes de las librerías con tu pequeña propuestilla que quiere hacerse un hueco desde cero.
Me parecen muy valientes todos los que lo siguen intentando, pero desde hace unos meses tengo muy claro que si te vas a meter a hacer género puro, superhéroes, western, terror… ya puedes tener una propuesta que lo reviente o la visibilidad va a ser más bien limitada.
8: ¿Piensas que la fórmula de Carmona de aunar historia y superhéroes es un medio idóneo para avivar nuestra memoria colectiva?
Creo que sí. Desde que conocí la línea siempre me llamó la atención, de hecho yo fui mecenas de aquel primer número que ponía en marcha la colección sin saber qué era exactamente lo que me iban a enviar y sin tener ni idea de quién era Rafa o qué era Carmona en Viñetas.
9: En este sentido, ¿consideras que vuestra obra posee un afán didáctico para llegar al público juvenil?
Sí y no. Creo que el carácter mas destacable de nuestro cómic y de la colección en sí misma es el lúdico y que a través de ese entretenimiento se puede llegar a la didáctica. Si fuésemos a saco con los datos, la exquisitez de lo ocurrido hasta el más mínimo detalle o la pesadez del relato histórico, creo que sería muy complicado ya no solo llegar a un lector juvenil, llegar a cualquier lector en general.
Lo más importante con este cómic era divertir. Si además, en esa diversión aprendes tres, cuatro, cinco o seis detalles sobre lo que ocurrió en el asedio y por qué se convirtió en un símbolo, bienvenido sea el aprendizaje.
10: ¿Con qué personaje has tenido más dificultad a la hora de explorar su psique?
Con Moscardó, sin duda. Tratar de mantener la moral de las tropas en una situación como esa sin perder la propia cabeza y preocupándose porque los demás no la pierdan, no solo me resulta complicado de comprender, me parece fundamental para el hecho histórico y para armar la narración en el cómic.
11: ¿Cómo consigues ese manejo tan natural del diálogo?
Pues no lo tengo del todo claro. Sé que hay una serie de cosas que me gusta hacer mucho a la hora de dialogar, pero no sé si es eso lo que los convierte en “naturales” o no. Me gusta que los personajes estén hablando entre ellos antes de que empiece la escena, que cuando nosotros entramos los cojamos hablando de sus cosas, eso que se llama “entrar pronto”. De ese modo me resulta mucho más sencillo llevarlos después al meollo, al punto exacto en el que toca transmitir la información imprescindible para que la acción avance.
También me gusta que la gente dude y que balbucee y, sobre todo, que la gente actúe mientras habla. No soporto los bustos parlantes que se detienen cada vez que tienen que soltar su frase, me gusta ver que se mueven y que reaccionan los unos a las palabras de los otros.
12: ¿Qué escena o personaje destacarías? ¿Por qué?
La pregunta del millón jajajajajaja. El Padre Lazarus o la Hermana Pena son personajes que creamos nosotros para este episodio concreto y que no van a tener continuidad en el Universo 36, así que solo por eso, pues ya les cogimos un cariño como “nuestros peques”.
Y bueno, ese momento en el que de repente el patio del Alcázar se convierte en un nido de zombies, pues qué quieres que te diga, aún estoy entusiasmado porque me dejasen hacerlo jajajajaja.
13: ¿Cómo definirías a tus compañeros en esta aventura? ¿Qué aporta cada uno?
Inmejorables, creo que no se puede definir mejor. Ya no por el trabajo gráfico que han hecho, sino por la inmensa calidad humana que tienen. Yo no conocía a ninguno de los dos antes de este cómic, antes siquiera de terminarlo ya estábamos haciendo otro y creo que siempre que tengamos la posibilidad de seguir colaborando lo haremos, nos llevamos bien, nos reímos mucho, aprendemos unos de otros y no hemos tenido la más mínima discusión después de haber hecho dos trabajos seguidos (ni creo que la vayamos a tener en el futuro).
Raúl es una auténtica máquina. Tiene una rapidez a la hora de trabajar que pocas veces he visto y lo que hace con las tintas me parece simplemente maravilloso. Y todo eso mezclado con un trabajo que nada tiene que ver con el mundo del cómic. Si este mundillo es justo, pronto debería estar currando sin parar para este u otros mercados y cada vez en proyectos más importantes.
Jorge es un recién llegado al mundo del color y el Alcázar es su primer cómic completo. A pesar de tener que ir siempre con prisas y de estar compaginando con otro proyecto y con la vida en general, ha sabido mantener el pulso, no ha flaqueado en ningún momento y creo que el resultado es vistoso y con mucha personalidad.
14: Junto a Raúl Orte y Jorge Hov has colaborado también en “Los últimos de Filipinas” para Cascaborra. ¿Qué diferencia a una colaboración de otra?
El tono, los tiempos, el tratamiento de los hechos históricos… Julián, editor de Cascaborra, tiene un plan editorial muy preciso y en el que no puede fallar nada porque tiene un buen número de suscriptores a los que enviar una novedad de la colección cada mes.
Eso hace que haya que cumplir bien con los plazos de entrega sin retrasos. Pero claro, la gran mayoría de los autores de cómic del país tienen otro trabajo (o varios) que compaginan con hacer tebeos y eso hace que en algunos momentos sentir la presión de las entregas pueda acumular cierto estrés sobre los proyectos.
En cualquier caso, haciendo el de las Filipinas, no faltaron risas y cachondeo hasta el punto de que en el guion se nos coló una broma interna que se nos olvidó borrar cuando se lo pasamos al experto que nos estaba asesorando y eso provocó que nos preguntase: “oye, ¿qué queréis decir con que se ve un Predator de dos metros entre los filipinos?”
15: ¿Algún proyecto futuro más para Carmona?
Pues no, de momento ninguno, proyectos muchos en general, pero nada para seguir jugando con el Universo 36. Además creo que es momento de que jueguen otros, no quiero acaparar la diversión.
Una entrevista de Javier Mora.