Javier Marquina (Huesca, 1975) ha vendido su alma al diablo de la viñeta. Lector voraz, divulgador incansable (publica textos sobre cómics en Diario del Alto Aragón y dirige Ondas Gamma en Aragón Radio, amén de colaborar en diversas webs como DuckOut, La isla de las cabezas cortadas o Zona Zhero) y creador genuino (autor de Abraxas junto al Ertito Montana), Marquina es una voz singular dentro de la historieta española del siglo XXI. Su estilo culto, irreverente y descarnado nos regala historias cargadas de intensidad y emoción. Aquí nunca pasa nada, su reciente colaboración con Javier Ortiz y Guillermo Montañés es buena muestra de ello.
1: ¿Por qué escribes tebeos?
Los tebeos son mi vida. Desde niño. Aprendí a leer con ellos y han sido una constante, una afición, una pasión que, al final, se ha convertido en algo más. Creo que hacer tebeos es la evolución lógica de todo esto y, ya que soy un auténtico negado en lo que respecta al dibujo y que me encanta escribir, hacer guiones era algo casi inevitable. También escribo tebeos porque he descubierto, tarde, que hacerlo es lo que realmente me gusta hacer. Y soy muy feliz haciéndolo.
2: ¿Cómo nace ANPN y tu colaboración con Javier Ortiz?
Aunque es mi segundo cómic en ver la luz, en realidad e el primer guion que escribí. Todo surge de una conversación con Daniel Viñuales, editor de GP Ediciones y Laura Rubio después de presentar el cómic de Laura ‘Cilia Quebrantahuesos’. Hablábamos de cómics y del proceso creativo echando una cerveza, y Daniel me hizo una simple e inocente pregunta: “¿Por qué no escribes un cómic”. Supongo que el resto es historia.
En cuanto a Javi, yo conocía su trabajo en el fanzine zaragozano Braink cómics, y la verdad es que su estilo superheroico encajaba a la perfección con mi historia. Creo que los guionistas que somos incapaces de dibujar tenemos que echarle mucho rostro a esto para engañar a los incautos artistas, así que simplemente me acerqué a él y le dije que iba a ser el dibujante de mi historia. Y así ha sido.
3: ¿Qué destacarías de su estilo?
Como he dicho antes, el estilo de Javi es cómic americano puro. Destila superheroismo y plasticidad , y ha ido evolucionando a una línea fina y elegante con una elasticidad y potencia sorprendente. Es un talento que no para de crecer y que nos va a dar grandes alegrías. A nosotros se ha unido Guillermo Montañés al color, que creo que le ha dado al tebeo un aspecto espectacular, de pura superproducción.
4: ¿Cómo concretáis vuestra colaboración? ¿Tu guion técnico es detallista o seguís un estilo más libre más en la línea de Stan Lee?
Al ser mi primer guión la verdad es que el principio fue un poco caótico. Lo tenía escrito antes de saber que Javi iba a dibujarlo, aunque es algo que creo que no se debería hacer. Un buen dibujante debe ajustar su guión al dibujante que va a dibujarlo, pero… Había muchas páginas que estaban apenas esbozadas y que terminé de definir a posteriori, cuando empezó el proceso de creación de verdad, cuando Javi empezó a dibujarlo. Había muchas carencias, muchas lagunas y muchas cosas que he ido aprendiendo con la práctica, ya que soy totalmente autodidacta. Para mi, la lectura ha sido la escuela de guion, y es sorprendente como los años de devorar miles de cómics crean en tu cerebro mecanismos casi instintivos que una vez plasmados en el papel, funcionan de manera natutral. Es una sensación maravillosa.
Suelo escribir un guión técnico bastante detallado, especificando las viñetas que van en cada página, pero no soy estricto ni puntilloso con lo que escribo. Salvo algunas escenas que están muy claras en mi cabeza, dejo que sea el artista el que tenga la última decisión en el enfoque, los planos, la cantidad de viñetas final y la narrativa en general. No me importan que quiten o añadan viñetas a mis páginas. Al fin y al cabo son ellos los que saben dibujar. Si tuviera que poner un símil cinematográfico, el dibujante es el director de la película. El que coloca la cámara y decide como es el enfoque de cada imagen. Esto es una labor coral, una colaboración, un proceso que crea sinergias y en el que tienes que dejar el ego a un lado para lograr sacar lo mejor de cada colaborador en un tebeo lo más redondo posible.
5: ¿Qué significa para ti el género superheroico?
Todo. Aunque en la actualidad diría que los superhéroes son solo un 10% de mis lecturas, lo han sido todo para mi durante muchos años. Me apasionan como concepto, como mitología posmoderna, como filosofía de un entretenimiento total en el que todo es posible. Me acompañaron durante mi infancia y mi adolescencia, y mis cómics preferidos de todos los tiempos son cómics protagonizados por superhéroes. Tengo claro que no sería la persona que soy sin los cómics de superhéroes, ni de lejos.
6: ¿Por qué decides revisarlo? ¿Queda algo nuevo qué contar? ¿Qué sientes que puedes aportar?
Era una decisión inevitable. Quería escribir el cómic de superhéroes que a mí me gustaría leer, y eso es lo que he hecho. Quizá no es un cómic que guste a todo el mundo, pero me apetecía jugar con un concepto recurrente en mi concepción de lo todopoderoso. Soy de los que piensan que es imposible ser Superman y ser bueno. Un poder absoluto corrompe absolutamente.
Siempre hay algo nuevo que contar. Bueno, no exactamente. En realidad todo está contado, pero siempre se puede encontrar una manera nueva de contarlo. Y cada guionista tiene su visión de la historia, su sombra propia en la caverna, la cuestión es encontrar una manera diferente de hacerla pública. Todos podemos aportar algo nuevo. Quizá en mi caso son muchos años de lectura pasados por la trituradora de la cultura de la serie B.
7: ¿Qué prefieres: la fantasía mitológica estilo Kirby o la irreverencia de la escuela británica? Háblanos de aquellos autores que más te hayan influido.
Ambas. Como he dicho antes los superhéroes son la mitología posmoderna. Surgen de la necesidad de un imperio en expansión de encontrar una identidad cultural propia, sus propios Ulises y Zeus y Perseo. Kirby es el que plasma todo esto de una manera más eficaz, más espectacular, más titánica. Es imposible hacer cómics de superhéroes sin tener a Kirby en la cabeza. Él es el Rey. Uno de los autores más influyentes de la historia. Por otra parte, lo que los guionistas británicos hicieron fueron matar a todos esos nuevos dioses, destruirlo todo para lograr un producto nuevo y viejo a la vez. Un nuevo género que tras su aparente odio por lo superheroico, escondía un conocimiento enciclopédico y un respeto infinito por todo lo que se hizo antes de su llegada.
Sé que soy tópico y predecible, pero todo lo que hago gira en torno a mi fascinación por Alan Moore y Frank Miller, posiblemente mis dos guionistas preferidos. También me flipa todo lo que hace Warren Ellis, que quizá es el autor que más me está influyendo a la hora de escribir cómics a día de hoy.
8: ¿Cuál es la tendencia actual dentro de este mercado?
Una tendencia que no me gusta. Que me aburre profundamente. El cine salvó el género, pero a la vez ha conseguido que unos cómics que ya renqueaban en calidad, se hayan convertido en un pozo en el que abunda la bazofia. Siempre hay honrosas excepciones y se siguen haciendo grandes tebeos, por supuesto. Hay autores magníficos haciendo cosas maravillosas, pero en líneas generales, es un genero endogámico y onanista en el que se produce muchísima basura. Y lo digo desde el dolor. Creo que es evidente que, ante todo, amo profundamente las capas y el spandex.
9: Tu cuarteto de protagonistas saca a relucir varios arquetipos clave del superhéroe. ¿Qué hace único a cada uno?
Todo el cómic es un continuo homenaje. Es mi versión particular de personajes perfectamente reconocibles, y no trato de ocultarlo en ningún momento. Todo lo contrario. Ese el precisamente el juego sin el que nada funcionaría. Quizá lo excepcional surge al darles una vuelta de tuerca y, sobre todo, mi visión personal de ellos. De esos arquetipos reconocibles que se han convertido en iconos de nuestra cultura. Aunque claro, eso lo tendrán que decir los lectores.
10: ¿Qué elementos de crítica social insertas en la obra? ¿El trasfondo histórico es indispensable?
No voy a decir que mi cómic es un tebeo de denuncia social, porque no es lo que busco. Es cierto que en segundas lecturas uno puede inferir que se habla del poder, del control y de lo fútil que es en realidad todo. Con Abraxas, mi otro cómic publicado, un buen amigo me dijo que es un cómic que habla del aburrimiento y de lo terribles que podemos ser cuando nos invade la desidia. Creo que también hay mucho de eso en ‘Aquí nunca pasa nada’.
En cuanto al contexto histórico, no creo que sea un elemento definitorio del cómic. Es más, creo que es totalmente intrascendente. Y lo digo con conocimiento de causa, porque aunque el tiempo se ha encargado de quitarme la razón, cuando empecé a escribir me prometí a mí mismo que nunca escribiría cómic histórico porque me veía incapaz de realizar la labor ingente de investigación que hay que realizar. Famosas últimas palabras…
11: El tono épico del relato es descarnado y directo. El carácter moral queda a un lado. ¿Tu estilo se acerca más al de los cantos épicos helenísticos?
La mitología griega me fascina. Sobre todo ese héroe amoral que es capaz de la crueldad más absoluta con tal de alcanzar sus objetivos. Es una máxima que mis personajes llevan a su última expresión. Porque cuando el castigo desaparece, la moralidad se evapora. La impunidad es una fuente inagotable de monstruos. Ser dios es lo que tiene. No tienes que rendir cuentas a nadie. Zeus hacía lo que le daba la gana porque era dios. Y si te oponía a él, violaba a tu mujer transformándose en ganso y a ti te fulminaba con un rayo. Y quien dice rayo, dice rayos láser por los ojos.
12: El relato no está contextualizado en un lugar concreto. Sin embargo, se dejan entrever los paisajes propios de Norteamérica. ¿Hemos hecho tan propios sus componentes culturales que no nos resulta creíble otro escenario?
El cine y la televisión han exportado un modelo que ha arraigado en el imaginario colectivo. Cuando hablas de grandes ciudades, piensas automáticamente en rascacielos porque todas las ciudades son Nueva York. Todos los desiertos están en Nevada. Todos los caballos corren por Monument Valley. Todos los héroes tienen nombres ingleses. No es que esta regla sea algo absoluto, es solo que es casi inevitable derivar hacia escenarios en apariencia neutros que, al final, siempre son el escenario de miles de películas y series. A no ser que especifiques con exactitud donde quieres que suceda tu historia, claro, pero para eso la gente tendrá que leer mi cómic hasta el final.
13: ¿Cómo es posible conjugar escenas de acción tan trepidantes con los inteligentes y profundos diálogos de tus personajes?
Supongo que es mi manera de entender este tipo de cómics. Acción por un tubo y tratar de dar con frases ingeniosas. Como te he dicho antes, Warren Ellis es para mí un referente, y sus tebeos funcionan así. Personajes ácidos, diálogos rápidos y acción trepidante. Para mí eso es lo divertido, y me es muy difícil hacerlo de otra forma.
14: La resolución de los conflictos superheróicos se basa en el combate cuerpo a cuerpo. ¿Crees que esta violencia topicalizada puede resultar catártica?
Totalmente. La violencia en la ficción es una válvula de escape maravillosa. Te permite ser cafre y bestia sin remordimientos. Sabiendo que nada es real. Que no hay consecuencias, ni responsabilidad ni problemas. Es solo papel y tinta y personajes que no existen. Puedes hacer lo que quieras con ellos. Hasta resucitarlos para volverlos a matar. La violencia extrema e irreal tiene una plasticidad hipnótica, una belleza primitiva que apela a nuestro yo más atávico, a esa parte reptiliana de nuestro cerebro que también nos hace humanos.
Es más, aquellos que la critican y tratan de prohibirla son incapaces de discernir lo imaginario de lo real, y son ellos los que dan miedo de verdad.
15: ¿Qué planes de futuro tienes entre manos? ¿Alguna nueva colaboración con Javier Ortiz?
Pues ahora mismo está cocinándose un cómic sobre los tercios llamado 1585: Empel con la editorial Cascaborra y con el que Jaime Infante está haciendo un trabajo espectacular. Otro dibujado por Víctor Camacho que mezcla mafia y magia y que creo que puede ser un pelotazo editado por Grafito Editorial. Otro dibujado por Víctor Solana, el autor del magnífico El Subsuelo, que gira también en torno a mí concepto de lo superheroico que publicará Sallybooks y que formará parte de una especie de trilogía bastarda junto a ANPN y otro cómic que aún se está cociendo en mi cabeza. También estoy colaborando con Carmona en Viñetas y su Universo 36 con un cómic que tratará en La Bolsa de Bielsa dibujado a dos manos por Xavier Juan y Héctor Marper. Bueno, y el guion de Abraxas 2, que está escrito desde abril. Solo estamos esperando que Ertito Montana encuentre un hueco para dibujarlo. Algún día. Lo juro.
En cuanto a Javi y Guillermo, haremos más cosas, seguro. Un ANPN 2, por ejemplo.
Una entrevista de Javier Mora.