Román López-Cabrera (Jacarilla —Alicante—, 1988), es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Murcia (2012). Aunque ha cultivado otras artes como la poesía (Puntos Cardenales, 2020; Por alusiones, 2019; Poseía, 2018… —quedando, además, finalista, en 2022, del Premio Adonáis—) o la novela (Calapobre, 2020), es sobre todo autor de cómics, carrera a la que lleva dedicándose desde 2012 con obras como La Confesión (The RocketMan Project, 2019), 1643: Rocroi (Cascaborra Ediciones, 2019), 1937: La Toma de Málaga (Carmona En Viñetas, 2017), Vallecas. Los años de barro (Hoy Es Siempre Ediciones, 2022) o Mad Market (Cósmica Editorial, 2023) como dibujante, y otras como Memoria de una Guitarra (Panini, 2020), o Miguel Hernández. Piedra Viva (Cascaborra Ediciones, 2021), o ¡Hay que arreglar lo de Dinamarca! (Cascaborra Ediciones, 2023) entre otras, como autor integral.
Ha obtenido más de 15 premios en el ámbito del cómic desde 2011, y el 2019 estuvo nominado en la categoría de Mejor entintador en los Premios Carlos Giménez de la Heroes Comic Con Madrid, 2018.
Las cifras del Libro Blanco del Cómic en España hablan de una industria que factura en torno a los 130 millones de euros anuales y representa un diez por ciento de lo que supone toda la industria del libro. Esto supone que suenen voces de optimismo y se hable de crecimiento y sector en auge. ¿Crees que ese crecimiento llega por igual a todas las partes del sector?
No. A mí, personalmente, no ha venido ningún editor o editora a decirme «escucha, como “la industria” factura ahora alrededor de 130 millones y estamos creciendo, voy a darte un adelanto mayor y, además, pagarte las horas invertidas.»
¿Cómo consideras que es tu relación con el mundo del cómic? ¿Es tu primera ocupación? Y, en caso de que así sea, ¿lo es desde el primer momento?
Aunque esporádicamente debo tener que aceptar encargos derivados que me surgen (aunque no me surgen demasiados), que han ido desde portadas de libros autopublicados hasta retratos de perros, mi principal ocupación es el cómic, pero no por poder mantenerme de ello, sino porque mi pareja trae un sueldo a casa cada mes. Un sueldo básico, que no da para vivir holgadamente, pero sí, para poder permitirnos que mis ingresos se limiten a algunos anticipos o algún pago de royalties cuando hay suerte.
Está muy extendido el dicho de que «en España no se puede vivir de hacer cómic». ¿Esa es tu realidad? ¿Puedes vivir de ello?
No, no vivo de ello. Como decía, puedo mantener esta situación porque mi pareja trae un sueldo mensual a casa y podemos permitirnos, sin excesos, el que mis ingresos sean esporádicos y, sobre todo, simbólicos.
Otra cuestión que también se plantea a menudo es la de que les autores tienen que buscar trabajo fuera de nuestras fronteras si quieren recibir ingresos suficientes para subsistir. ¿Has probado a buscar trabajo en el extranjero?
Cuando decidí meterme en el mundo del cómic, yo quería trabajar en MARVEL o DC, dibujar superhéroes. Nunca fue una cuestión de dinero. Por suerte, con los años pude ir publicando mis propios proyectos, y otros en compañía de autores, en mi propio país, y empezar a hacerme una carrera que me hizo irme olvidando del viejo sueño de dibujar a Batman. Sin embargo, tan pronto acabe dos cómics que estoy haciendo al mismo tiempo, muy seguramente volveré a plantearme intentarlo con el mercado americano, a pesar de que llevo desde 2019 encadenando una obra tras otra y de que tengo ofertas para seguir publicando en España, con proyectos tanto propios como con otros compañeros y que podría apetecerme hacer. Sin embargo, estoy llegando a mi límite y necesito, por una vez, cobrar medianamente bien, aunque sea por un tiempo, para no sentir, aunque solo sea durante un tiempo, que la industria se está riendo de mí por cobrar menos de 2.000€ por más de medio año de trabajo.
¿Qué te parece esa situación?
Considero que cualquier autor o autora únicamente debería tener que buscar trabajo en el mercado de otros países porque fuera allí donde pudiera desarrollar plenamente su apetencias e inquietudes. Que quien busque trabajar en Estados Unidos dibujando superhéroes lo haga porque siempre fue su sueño. Que quien quiera acabar en el francobelga sea porque es un mercado más apto para sus sensibilidades y su estilo. No deberíamos tener que hacerlo por cuestiones económicas. ¡Cuántas veces he leído declaraciones de autores, o escuchado confidencias del tipo de «no me gustan los superhéroes, pero al menos me mantengo.»!
¿Te sientes suficientemente protegido por la industria de tu país?
Desde el momento en que alguien tiene que trabajar durante meses sin ingresos ni cobertura de ningún tipo está desprotegido. Si eso debería ser responsabilidad de la industria o de otro sector, se me escapa.
¿Consideras que se respetan todos los derechos que te asisten como creador?
Todos no. Generalmente se cumple lo que se firma en el contrato, se cobra lo pactado, etc. Pero siempre hay ámbitos a los que esos contratos no llegan.
¿Consideras que has vivido situaciones de precariedad a la hora de trabajar dentro de la industria del cómic española?
Por supuesto. Siempre. Desde el momento en que pasas meses de tu vida trabajando sin cobrar y, cuando lo haces, el adelanto apenas te cubre un mes de trabajo estás viviendo una situación de precariedad.
Una cosa que siempre me ha molestado (y en lo que, probablemente, no tengo razón) es cobrar los anticipos a la entrega de la obra, y no durante el proceso, para que, al menos, pueda ir recibiendo cantidades, bien una única al principio, bien pagos fraccionados que permitan pagar algunos gastos; entiendo que la editorial no acostumbra a tomar estos riesgos, porque siempre existe la posibilidad de que el autor se retrase, o acabe no terminando la obra, pero el autor también asume riesgos trabajando durante meses o más de un año sin ingresos por parte de la editorial). Ahora mismo estoy terminando de grabar un disco, y el del estudio cobró una parte a la mitad de grabación, otra al empezar a masterizar las canciones y cobrará nuevamente cuando termine de masterizarlos, lo que le permite ir pagando su cuota de autónomos y no sufrir la incertidumbre de cuándo va a cobrar, ni se meterá prisa en acabarlo todo rápido y mal para poder cobrar el importe a la entrega del proyecto, porque ya ha ido cobrando por etapas.
¿Has tenido algún tipo de trastorno de la salud mental? En caso de que así sea, ¿consideras que tu relación con la industria del cómic española ha tenido algo que ver en la aparición de esos trastornos?
Sí, he tenido ansiedad y estrés en varias ocasiones, generalmente asociadas a fechas de entrega y, en alguna ocasión, debido a verme superado por un proyecto en que entendí que solo me había metido porque era mejor hacerlo y cobrar que no hacer nada, y necesitaba dinero, y a mitad de proyecto me di cuenta de que estaba odiando cada página que me tocaba trabajar de ese proyecto, y que no había más motivación que la de cobrar un dinero que, en absoluto, iba a compensarlo.
¿Qué te gustaría que cambiase en tu relación con la industria del cómic española?
Me gustaría, si nos ponemos a soñar, poder ser autónomo y asegurarme una pensión de jubilación que ya he asumido que no voy a tener; pagar solo en relación a lo que facture y a cuándo lo cobre.
Me gustaría que las editoriales, salvando excepciones, de verdad apostasen por mover tu obra y darle publicidad, en lugar de confiar en que cada autor va a vender solo por su nombre, o simplemente a sus conocidos. Para encargarme yo de la promoción y apenas cobrar, sinceramente, me autoedito.
Como decía antes, me gustaría que se normalizara el poder cobrar los adelantos al principio o de forma fraccionada a lo largo del proceso de creación, en lugar de esperar a cobrar (con suerte) cuando se entrega la obra, o peor, en fecha de publicación de la obra o, como también me ha pasado, X meses después de publicada la obra.
Que las editoriales se comprometiesen a organizar un mínimo de presentaciones, y cuando digo «organizar», me refiero a sin intermediación del autor: buscar sitios, encargarse de la publicidad para intentar que no sean presentaciones por cubrir cupo, sino con verdadero interés en que la gente se entere de que se va a desarrollar y pueda acudir.
Que las editoriales compartan y ayuden a difundir todo lo que la autora haga y publique en relación a la obra (que hay algunas editoriales, que ni etiquetándolas).
Me gustaría mayor empatía por parte de algunas librerías, para no escuchar más eso de «es que si no vas a traer gente no me compensa hacer presentación» y asuman que las presentaciones son quid pro quo, y que los autores buscan nutrirse de la clientela de la librería, no solo disponer de un espacio cualquiera en el que hacer presentación.
Me gustaría que las editoriales exhibieran el mismo orgullo por las obras nacionales que publican que el que tienen con las licencias extranjeras.