En estos tiempos se habla mucho, y con razón, de Ed Brubaker y Sean Phillips. Son una dupla creativa magnífica, prácticamente cada obra que realizan juntos este escritor de Maryland y este dibujante británico es un éxito y es una gran obra, alguna incluso obra maestra. Pero en el pasado ya ha habido duplas impresionantes en el mundo del cómic…
Carlos Sampayo y José Muñoz son, sin duda, una de esas duplas históricas del noveno arte. De hecho, hay ciertos lazos que unen a esta pareja de autores argentinos con los anglófonos comentados previamente. Su gusto por la novela negra, por el crimen, por el misterio. La querencia de sus guionistas por hacer sentir su presencia con textos que son marca de la casa, en ambos casos, aunque con notabilísimas diferencias estilísticas y de enfoque. Pero sí, no sería descabellado tratar de hilar una relación umbilical desde Muñoz y Sampayo hasta Brubaker y Phillips. Aunque no seré yo en este texto quien lo haga.
No solo los autores de Criminal han bebido de la fuente de estos genios argentinos, qué va. La influencia de Muñoz y Sampayo va mucho más allá, es muy intensa y fácilmente rastreable en otros maestros del cómic como Frank Miller en su Sin City. De nuevo, deuda innegable en lo gráfico, lo estético, pero también en su narrativa, en sus textos. Quizá en esto Miller queda más lejos del talento de Sampayo.
Y es que Muñoz y Sampayo han dado a luz varias obras maestras. La más inmediata que dirá casi sin pensar cualquier lector de cómic en los años 80 será Alack Sinner, y no se equivocará: es una obra maestra. Pero no lo es menos su saga de “Historias del bar”, serie de la que este “El bar de Joe” es solo su primer álbum.
El bar de Joe es un nexo de historias, un punto de convergencia de personajes de oscuros pasados, imposibles presentes y dudosos futuros. El bar de Joe huele a tabaco, rezuma a jazz. En su barra y en sus mesas, alternando una con otras entre el primer plano y el segundo, moviendo el foco como si la cámara la llevara un parroquiano borracho del bar que da nombre al álbum. Sexo, desesperación, prepotencia, misericordia, trueques, amenazas… en el bar de Joe se escucha todo esto y mucho más. Un bar del Nueva York de finales de los 70. Todo lo que has visto en miles de películas, leído en cientos de libros y relatos, imaginado en decenas de sueños, todo está ahí. Y si no está, podría estar.
“Pepe el arquitecto” es su primera historia. En ella asistimos a la opresiva manía persecutoria de Pepe, que era arquitecto en su país de origen, pero aquí en los USA es lavaplatos en el bar de Joe. Seguimos sus tribulaciones, lo vemos relacionarse con seres salidos de ese submundo lúgubre y hediondo. Lo vemos preocuparse de su no existencia legal: “porque no me dan el permiso de residencia sin un contrato de trabajo y el contrato no me lo dan sin permiso. Eso es todo.” Lo vemos huir de las relaciones humanas, lo vemos sentirse chantajeado, acorralado, presionado. Lo vemos fantasear con ser atrapado. Hasta el final que depara la sorpresa de la aparición del detective Alack Sinner.
«Wilcox & Conrad» es un ejercicio narrativo de orfebrería fina. Asistimos al nacimiento de una amistad entre dos señores de clase alta. En las menos de veinte páginas de la historia vemos nacer y afianzarse su relación con detalles nimios, pero tremendamente efectivos y reales. Y vemos llegar esa relación a su inevitable final, dada la naturaleza de estos dos personajes.
“Historias oxidadas” es el típico relato del campeón de boxeo venido a menos que recibe una última oportunidad de redención… pero ni el final es el esperado ni el camino ha sido trillado previamente. Muñoz y Sampayo hacen de estas veinte páginas algo nuevo, algo diferente.
“Ella” es la cuarta historia. Ella es una fotógrafa de sucesos que trabaja para un periódico. Hipocondríaca de manual, Ella se cuelga de su médico, personaje que también esconde secretos. Como siempre en las historias de estos artistas, no es solo lo que vemos y leemos, sino (sobre todo) lo que subyace, lo implícito, lo denotativo. Se nota el esfuerzo y el talento que ambos tienen en ese aspecto.
“Quinta historia” es el nombre de la quinta historia del álbum. Mike Weiss trata de mantener su salud mental en niveles aceptables mientras inicia su primera relación amorosa y mientras su padre está a punto de morir a causa del cáncer. Por supuesto, nada va a acabar como espera el lector.
La rotulación manual es un elemento más de cohesión de estilo gráfico. Estas páginas serían tremendamente diferentes sin esas letras rasgando los bocadillos, perderían eficacia. Hasta ese detalle está cuidado en esta imprescindible obra de una pareja de argentinos que viven exiliados de su patria como Carlos Sampayo y José Muñoz.
Santi Selvi