De las muchas vidas que ha podido tener Felipe Hernández Cava a lo largo del tiempo que lleva entre nosotros, su mayor relevancia se sitúa como hacedor de narraciones gráficas en complicidad con los notables dibujantes con los que ha colaborado. La diversidad de los lectores que se han cruzado por su trayectoria difumina algunas facetas al margen de su labor como historietista. Este espacio no es un pliego de sus muchos méritos o de las labores emprendidas. No obstante, si se quiere bucear un poco en archivos o hemerotecas, entenderemos el interés de Cava por el mundo del arte a partir de su desempeño como editor, crítico o curador de exposiciones. También sus estudios universitarios delatan la fértil senda de las artes visuales por la que ha transitado laboral y creativamente el narrador madrileño.
Tanto preámbulo nos lleva a una obra que, sin ser la más conocida de sus autores, es un ejercicio de síntesis y capacidad para denunciar los males de las cosas del arte. Bob Deler (2008) de Cava y Keko Godoy, exhibe a modo de sátira, las peripecias de un singular crítico de arte con las trazas de un dandi con sobrepeso. Bob es un flâneur de benjaminiana mirada dispersa que se dedica a diseccionar con mucha ironía y sarcasmo algunas de las cuestiones omitidas u obviadas en la mayoría de los suplementos culturales o de las secciones relacionadas con la producción y la promoción artísticas de los medios impresos o digitales.
Las tiras de Bob Deler aparecieron en febrero de 2004, en el número uno de la revista EXIT Express (2004-2011), publicación impulsada por Rosa Olivares que contó en cada entrega con la tira mensual de Cava y Keko. Olivares prologa el álbum y describe el contexto cultural y artístico en el que se produjo tanto la salida de la revista como el nacimiento del personaje, que venía a poner luz con su agudo y afilado sentido del humor a los debates, las incongruencias y las muchas miserias del arte y aledaños, desnudando imposturas y reclamando un poco de cordura en estos asuntos.
La tira aborda desde el mercantilismo del arte, la posición de los artistas, los gestores, los políticos, los museos, las galerías o los periodistas especializados hasta fijarse en las grandes exposiciones de principios del siglo XXI, mediáticas y multitudinarias, que despliegan estrategias de seducción para atraer y anestesiar al público. Deler sobrevive siendo parte del ecosistema, elemento critico de una cultura del espectáculo vaciada de contenido y fagocitada por el poder, aludiendo feroz e indisimuladamente a prácticas culturales de dudosa ética.
El estilo claroscurista de Keko a una página se beneficia de un acertado empleo de la cuatricromía con puntuales insertos fotográficos. La secuencialidad de la obra de formato apaisado presenta una distribución clásica de seis viñetas por página, dimensión que se expande cuando el volumen nos regala “Por si las moscas». Un relato ambientado en el Museo Reina Consorte que prosigue las andanzas de Deler, narración especialmente creada para el libro, pero más extensa y jugosa.
El libro apareció providencialmente en 2008 publicado por EXIT Publicaciones. Si se piensa en la coyuntura del mercado editorial, Bob Deler es una propuesta arriesgada por su calado crítico y político. Confirmando los mecanismos del capital, las implacables leyes del mercado arrasan con emprendimientos tan excepcionales y audaces. El largo silencio de las invectivas de Bob desde 2011 ha dejado un puñado de lectores huérfanos de la alianza entre el Keko más brillante y el Cava más incisivo. Pero siempre se puede albergar la esperanza de un iluminador regreso.
David García Reyes